Sigue mis pasos, al final de ellos encontrarás la felicidad.


lunes, 29 de abril de 2013

Rabia.

Me da rabia. Sí, me da mucha rabia verte. Me gusta y lo odio a la vez. Es estar un segundo a tu lado y no parar de pensar en todo lo que me gustaría hacer contigo. Son miles de ideas las que se me pasan por la cabeza en un momento. Y digo miles, por no decir millones.
¿Sabéis qué es tener a la persona a la que quieres a medio metro de ti, y que no te salgan las palabras? ¿Sabéis qué es querer decir algo y no poder, porque sabes que ese algo esa persona no lo va a querer escuchar? Me muero por decirte que te quiero cada vez que te veo. Me muero por darte un beso en los labios cada vez que te miro a los ojos. Me muero por abrazarte después de cada pique. Me muero por tantas cosas... tantas cosas que nunca van a ocurrir.
Cuando quedo contigo, llevo la cuenta atrás para verte. Y en cada día, cada hora, cada minuto de esa cuenta atrás, pienso en todo lo que voy a decirte o en todo lo que quiero hacer mientras estoy contigo. El problema está cuando llega el momento. Ahí todo se jode. Miriam se queda sin poder hacer nada, ya que la dejas embobada. Me vuelvo completamente idiota. No dejo de mirarte y pensar en lo perfecta que te veo, lo perfecta que eres.
Y ya no digo nada de cuando la vergüenza invade mis sueños... Se apodera de ellos, y no me deja cumpliros. En serio, no sabes la puta rabia que me da eso de no poder darte un abrazo en cualquier jodido momento. Me emparanoio. Me pongo a pensar en mis chorradas de '¿Y si se aparta?', '¿Y si la doy asco?', '¿Y si piensa que soy gilipollas?', '¿Y si..?'... bueno, una larga lista. El caso es que nunca te he dado un abrazo y siempre te digo que te lo voy a dar. Aunque bueno, teniendo en cuenta que tú tampoco vienes a dármelo... puede que mis "paranoias", no sean tan paranoias. Puede que sean verdad.