Sigue mis pasos, al final de ellos encontrarás la felicidad.


domingo, 27 de mayo de 2012

Athletic Club de Bilbao.

Un día, alguien me preguntó: "¿Qué significa ser del Athletic?" A lo que yo le respondí: "El Athletic, es el aitite y el nieto compartiendo bandera. El bocadillo de ama, o la bufanda tejida por la abuela. La bota del vecino, y el abrazo con el desconocido. La lluvia racheada, entrando por ingenieros. La mujer que de niña, soñó con calzar botas, y la hija que lo logró. El último domingo compartido entre padre e hijo, sin saber que sería el último. El primer beso íntimo, rodeado de 80.000 ojos. El escudo al atardecer, al fondo de una calle de bares. El puro, fumado por uno, pero compartido por todos. El grito desesperado, la emoción desbordada, la lágrima suelta. Y el placer de los placeres. El éxtasis. El rugido del león, con las bufandas al viento. Los primeros, cortos, y rotundos. El segundo, arrastrado con sentimiento. Tal y como es la verdadera felicidad. Así es nuestro club, de todos, y de nadie. Tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Tan respetado, como incomprendido. Hay equipos, que hacen historia; el Athletic, hace leyenda. Y todo, porque un día indeterminado, en un acuerdo no escrito, decidimos seguir nuestro camino. Donde otros veían el final, nosotros, veíamos principios. Elegimos ser David, cuando todos querían ser Goliat. A la utopía con la épica, pasando por Bilbao. En eso estábamos, y aún estamos. Un acuerdo que se mantiene, pese a todo, entre millones de aficionados alejados en lo geográfico, lo político, lo cultural, o lo social. Aquel día incierto, elegimos vencer menos, para ganar más. Y entendimos que el Athletic, es una cuestión de familia. Lo del fútbol, créanme, es secundario."





No hay comentarios:

Publicar un comentario